Dieciséis años han pasado desde aquella primera edición en Matalascañas, Almonte, en el año 2000, un proyecto experimental que fue pionero en poner al servicio de la ciudadanía las famosas sillas anfibio, vehículos adaptados de tres ruedas que permiten que las personas discapacitadas puedan disfrutar del baño con total seguridad.
En la inauguración, que aconteció en el día de ayer, estuvieron presentes Alicia Narciso, concejala de Políticas Sociales e Igualdad en el Ayuntamiento de Huelva; Rocío Pizarro, directora del Área de Negocio de La Caixa, y Juan José Blanco, presidente de Cruz Roja en Huelva.
Se prevé que, durante los meses de julio y agosto, aproximadamente 150 usuarios se beneficien de este servicio que cuenta con tres vehículos anfibuggy y tres carpas, que son escenario de la realización de diferentes actividades de ocio que amenizan la cita playera.
Hasta finales del mes de agosto, de martes a viernes y en horario de 10:00 a 14:30, todos los usuarios interesados en participar en esta exitosa iniciativa podrán hacerlo dirigiéndose al Ayuntamiento de Huelva, Cruz Roja o, directamente, acudiendo a las carpas dispuestas en la playa Caño de la Culata, ubicación idónea para la realización de este tipo de actividades por su accesibilidad, la disponibilidad de agua corriente, la ausencia de oleaje y la cercanía a un puesto de socorro de Cruz Roja, que asegura una rápida atención a los usuarios participantes en caso de emergencia.
Además de las diferentes asociaciones que participan en el programa: Aspacehu, Aspapronias, Hogar Santa María de Nazaret y la Residencia de Mayores de Cartaya, se suman, según afirmó Juan José Blanco, "muchas personas que acceden de manera particular porque conocen el recurso, incluso turistas alojados en hoteles de la zona''.
Con un presupuesto anual de 6.000 euros y un montante económico extra destinado a recursos materiales (el año pasado añadieron un nuevo vehículo anfibuggy, que supuso una inversión de 3.000 euros, y este año, una nueva carpa, por 1.500 euros), la Obra Social La Caixa vuelve a ser, por séptimo año consecutivo, la organización encargada de la financiación de este proyecto veraniego en las costas onubenses.
Entre 30 y 35 voluntarios se alternarán a lo largo de todo el verano con el fin de ayudar a que los beneficiarios disfruten de una jornada playera. "Al principio es duro por la falta de experiencia, pero acaba siendo muy gratificante'', "Ellos nos aportan más a nosotros que nosotros a ellos'' afirman, respectivamente, Eva y Vicky, voluntarias de Cruz Roja. Un voluntariado que recibe, previamente, una completa formación para el correcto trato de ancianos y personas discapacitadas para que, de esta manera, su labor pueda ser lo más favorablemente posible para los usuarios del programa.
Además del baño en la playa, los voluntarios ayudan a duchar a los usuarios y amenizan la cita con diferentes actividades de ocio. "Me divierto mucho, nos bañamos y me lo paso muy bien con los compañeros'', manifiesta Manuel, uno de los beneficiarios de Un baño sin barreras.
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