Lo hicieron a ofrecimiento de personas que creían que eran de su total confianza, empleados de una entidad del Banco Santander. Pero el ‘amigo’ banquero les acabó colando el dinero en las polémicas y perpetuas participaciones preferentes, en este caso un producto de Unión Fenosa Preferentes y Gas Natural Fenosa que comercializaba el banco de los Botín.
“Fue algo inhumano, se aprovecharon de que lo estábamos pasando muy mal, de mi aturdimiento, fue un abuso de confianza, porque los propios que nos vendieron este producto vinieron al entierro de mi hijo”. Son palabras a Viva Huelva de Mª Carmen Carmona, que asegura que en todo este proceso de secuestro de sus ahorros “lo hemos pasado muy mal porque me han hecho mucho daño no sólo por el dinero, sino porque no me dejaron pasar página”.
Tras la demanda interpuesta en enero de 2013 el fallo judicial, dictado el pasado 19 de septiembre, reitera en varias de sus 21 páginas la falta de información que recibieron los afectados sobre este producto complejo y de alto riesgo financiero, así como alude a la confianza que depositaron Juan y Mª Carmen al personal de su entidad bancaria: “Dada la confianza de los actores con el personal de la entidad bancaria y dadas las bondades y características del producto que le fueron expuestas, la parte actora accedió a la contratación de las participaciones preferentes”, se lee en la sentencia.
Entre los argumentos judiciales para condenar al Santander, se expone: “Nos encontramos ante pequeños ahorradores, clientes minoristas de una entidad bancaria que son llamados por la misma para ofrecerles un producto financiero sobre el que le ofrecen una información absolutamente insuficiente, no sólo incompleta, sino también errónea”.
Es un somero resumen de una sentencia que insiste, y mucho, en esa falta de información, y que concluye declarando la nulidad del contrato y condenando al Banco Santander a reintegrar los 50.000 euros a una familia a la que ahora, tras su larga lucha, “nos parece mentira” estar tan cerca de poner punto y final a esta injusta e inmoral historia financiera.
Entre los argumentos judiciales para condenar al Santander, se expone: “Nos encontramos ante pequeños ahorradores, clientes minoristas de una entidad bancaria que son llamados por la misma para ofrecerles un producto financiero sobre el que le ofrecen una información absolutamente insuficiente, no sólo incompleta, sino también errónea”.
Es un somero resumen de una sentencia que insiste, y mucho, en esa falta de información, y que concluye declarando la nulidad del contrato y condenando al Banco Santander a reintegrar los 50.000 euros a una familia a la que ahora, tras su larga lucha, “nos parece mentira” estar tan cerca de poner punto y final a esta injusta e inmoral historia financiera.
En medio de toda esta batalla para recuperar sus ahorros, María del Carmen Carmona decidió, ya que no podía tener su dinero, emprender una campaña de desprestigio contra el Banco Santander.
Así, colgó de la fachada de su casa en San Juan del Puerto, en el núcleo costero de El Portil y en carteles de anuncios, pancartas y pintadas denunciando lo vivido y advirtiendo del riesgo de las participaciones preferentes bancarias. Ahora entendemos un cartel que estaba en la carretera
Por esta acción de protesta, la entidad financiera decidió denunciar a Carmona por lo penal y se le pedía arresto domiciliario y el pago de una indemnización.
Finalmente, esta madre sanjuanera fue condenada por una “falta leve” y tendrá que pagar una “pequeña multa” por su reivindicación.
“Reconozco lo que hice, no hay más que ver el balcón de mi casa, pero me sentía tan impotente que se me ocurrió que podía ser una buena forma de denunciar lo que estaba viviendo
Finalmente, esta madre sanjuanera fue condenada por una “falta leve” y tendrá que pagar una “pequeña multa” por su reivindicación.
“Reconozco lo que hice, no hay más que ver el balcón de mi casa, pero me sentía tan impotente que se me ocurrió que podía ser una buena forma de denunciar lo que estaba viviendo
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